De Buenos Aires a Berlín

Decir adiós nunca es fácil, y mucho menos cuando sabés que estás a punto de dejar atrás todo lo que te es familiar. La despedida en Ezeiza fue uno de esos momentos en los que sentís que el tiempo se acelera y, al mismo tiempo, se detiene. Mi familia estaba ahí, con sonrisas que intentaban disimular la tristeza. Abrazos largos, palabras de aliento, miradas que decían lo que las palabras no podían. Cuando finalmente pasé el control de seguridad, sentí un nudo en la garganta. Estaba a punto de empezar una nueva etapa en Berlín, pero en ese momento lo único que sentía era el peso de la distancia que acababa de crear entre mi mundo de siempre y lo desconocido que me esperaba.



El vuelo fue una mezcla de emociones. Miraba por la ventanilla y veía cómo las luces de Buenos Aires se alejaban poco a poco. Pensaba en todo lo que dejaba atrás: las charlas con amigos en los cafés de la ciudad, las cenas familiares, el sano smog del microcentro... También pensaba en lo que venía: un país nuevo, un idioma que no dominaba por completo, una cultura diferente. ¿Me adaptaría? ¿Había tomado la decisión correcta? Entre pensamientos y alguna que otra película en la pantalla del avión, la noche transcurrió más rápido de lo que esperaba.

Mi primera semana en Berlín fue, en una palabra, abrumadora. Llegué con todas mis valijas a un hostel en Kreuzberg, mi primer "hogar" en la ciudad. En ese pequeño cuarto compartido con desconocidos (una algeriana, un turco y una pareja de asiáticos), me di cuenta de lo fuera de lugar que me sentía. Todo era distinto: el clima, la gente, la forma en la que se movían por la ciudad. Salía a caminar por las calles frías de noviembre, intentando entender mi nuevo entorno, pero la sensación de estar desubicado era constante. Veía a la gente entrar y salir de los trenes con una naturalidad que yo aún no tenía, escuchaba conversaciones en un idioma que aún me costaba seguir. Fue una semana de mucho aprendizaje, de sentirme pequeño en una ciudad enorme, pero también de empezar a construir la idea de que, con el tiempo, ese lugar podría volverse mi hogar.

En este blog quiero compartir más sobre esta experiencia: mis reflexiones sobre la vida diaria en Alemania, las diferencias culturales que me sorprenden, los pequeños logros que hacen que cada día sea un paso más en este camino. No sé exactamente cómo evolucionará esta aventura, pero sí sé que quiero documentarla, compartirla y, quizás, ayudar a otros que estén pasando por lo mismo.

Bienvenidos a "De Buenos Aires a Berlín".